Mal Agudo de Montaña (mal de altura, soroche, puna, mal de páramo, apunamiento)

Habiendo comprendido lo que sucede con el cuerpo humano cuando vamos a la altura y todo transcurre por un buen camino en la Parte 1 y Parte 2, veremos ahora qué sucede cuando los mecanismos compensadores no alcanzan a ponerse de manifiesto para hacer frente a la hipoxia.

En algunas ocasiones, cuando vamos a la altitud y nuestro organismo no responde eficientemente a la hipoxia, aparece un padecimiento médico llamado Mal Agudo de Montaña (MAM).
Existen varias definiciones de MAM y las podemos resumir en la siguiente: es un síndrome (conjunto de signos y síntomas) con retención de fluidos (llamados edemas) a nivel cerebral y/o pulmonar fundamentalmente. Se desarrolla en un limitado período de tiempo (es agudo), luego del ascenso por encima de determinada altura (baja pO2) y es padecido por personas sin aclimatación.

Mecanismos que llevan al MAM

Aún no se conoce bien el proceso íntimo que lleva a la aparición del MAM. Lo que sí se sabe es que se atribuye a la hipoxia. Se supone que los síntomas son consecuencia de una leve hinchazón (edema) de los tejidos del Sistema Nervioso Central (SNC) en respuesta a la baja pO2. Si el edema tiene progresión con afectación significativa del sistema nervioso central, aparecerá entonces el llamado edema agudo cerebral de altura (EACA).
Si bien a los efectos prácticos se divide al MAM del EACA, considerando éste último como una complicación del primero; técnicamente MAM y EACA no son 2 enfermedades distintas, sino 2 niveles de gravedad de una misma afección del SNC.
Las estadísticas indican que mientras más alto vamos a la montaña, más probabilidades de sufrir MAM tenemos. Por ejemplo: el 22% sufren MAM entre 1.850 m y 2.750 m; y 42% a 3.000 m. Y las estadísticas empeoran a medida que se registran datos a mayores alturas!

Importante

Debemos saber que no existe vida humana permanente por encima de los 5.000/5.500m. No existe población establecida a más altura. Ello explica por qué ningún campamento base de las grandes montañas del planeta está montado a más de 5.500 m. A partir de esa altura el ser humano hace incursiones que pueden durar horas, días o semanas a mayor altitud. Pero el cuerpo humano difícilmente logra una aclimatación completa. De hecho se deteriora lenta e irreversiblemente si prolonga su permanencia a mayores alturas.

¿De qué circunstancias depende la aparición de MAM?

La Aparición de MAM va a depender de varias circunstancias. Pero 4 de ellas son de suma importancia. Esto significa que si no se tienen en cuenta, llevarán casi con certeza a padecer ésta patología.

  1. La Altura alcanzada
  2. El Desnivel realizado
  3. La Velocidad de acenso
  4. Los Factores individuales (susceptibilidad individual)

Para ilustrar cada una de estas circunstancias, daré ejemplos de personas que no están aclimatadas, o sea que tienen poca experiencia previa.

Altura alcanzada: significa que no es lo mismo llegar de una vez a por ejemplo 4.000m de altitud, que llegar por primera vez a 5.500m. Mientras más “alto” es el destino final, más probabilidades tendremos de sufrir MAM.

Desnivel realizado: siguiendo el ejemplo del destino final a 4.000m, no es lo mismo llegar a los 4.000 m desde el nivel del mar que hacerlo desde los 3.400m.
En el primer caso se hacen de una vez 4.000m de desnivel y en el segundo caso se hacen solo 600m de desnivel. Seguramente que el sujeto del primer caso padecerá MAM. En cambio, el sujeto del segundo caso tendrá menos posibilidades de padecerlo, porque viene de una estadía previa a 3.400m. O sea, su cuerpo ya está en fase de acomodación y quizás también, ya desencadenó el estímulo para la aclimatación.

Velocidad de ascenso: siguiendo el ejemplo del sujeto que pretende llegar a 4.000m y que viene del nivel del mar. No es lo mismo llegar a los 4.000m en vehículo y en solo 4 horas; que hacerlo parando una noche a 2.500m, otra noche a 3.200m, una tercera noche a 3.500m y finalmente llegar a 4.000m.
Seguramente la persona que llegue en coche a 4.000m sufrirá terriblemente la puna. En cambio la segunda persona sólo percibirá la altura (su cuerpo está en fase de acomodación), como una taquicardia o una agitación al mínimo esfuerzo. Pero no tendrá puna.

Factores individuales (susceptibilidad individual): en este aspecto se tienen en cuenta factores de índole congénito o aprendido, que hacen que la respuesta a la altura sea más rápida y eficiente o más lenta e ineficiente. Cada persona responde diferente a los estímulos de la hipoxia, con tiempos más lentos o más rápidos. Por eso, más allá de que los tres aspectos anteriores se manejen correctamente, la respuesta final favorable o desfavorable a la altitud, dependerá de variables absolutamente interpersonales e individuales. Eso explica porque algunas personas demoran más tiempo en aclimatar que otras. Explica además, porque ciertos sujetos tienen un llamado “techo” de altitud. El “techo” es un término popular en la jerga de los montañistas y hace referencia a la altura que no se puede superar por más que se tomen todas las medidas preventivas.
Es importante conocer estas 4 circunstancias de aparición de MAM, porque sobre cada una de ellas, debemos tomar acciones preventivas para evitar la aparición de Mal de Altura.

Otros factores de riesgo

Además de las cuatro circunstancias vistas más arriba, existen otra serie de factores de riesgo que pueden desencadenar MAM si no se tienen en cuenta.
Tener antecedentes de MAM repetitivamente, se correlaciona con ser un factor de riesgo para volver a padecer MAM.
Dormir alto después de alcanzar una cierta altura, se correlaciona con aparición de MAM. Lo que se debe hacer es seguir el antiguo aforismo que dice “hacer ejercicio alto y descansar bajo”. Así los procesos de regeneración muscular, oxigenación y descanso son mejores que si permanecemos inicialmente en la altitud.
Estar deshidratado favorece la aparición de MAM. Nuestros fluidos corporales deben estar en la composición y volumen adecuados para hacer frente a cualquier ambiente hostil, incluido la altitud. Por eso la importancia de estar bien hidratado.
Aunque ya fue comentado, el hacer ejercicio muy intenso al principio de la estadía (en fase de acomodación), puede ser un motivo de que el cuerpo comience con los primeros síntomas de MAM. Por eso evitar ejercicios intensos, al menos al comienzo de la estadía en la altura.

Ignorar los síntomas iniciales del apunamiento puede ser una causa que determine el fallecimiento de una persona en la altitud. Por eso es sumamente importante que como usuarios de la naturaleza, conozcamos perfectamente los signos y síntomas del MAM, su prevención y cómo actuar en caso de que se presente.

¿Cómo sabemos que estamos en presencia de MAM?

Sabiendo que el MAM es debido a la baja pO2 y que aparece cuando hemos restado importancia a las circunstancias anteriores, debemos saber ahora cómo nos damos cuenta de que estamos sufriendo MAM o lo está padeciendo un compañero.

Los primeros síntomas aparecen después de subir por encima de los 2.500m, aunque es más frecuente que se presente a partir de los 3.200m. Además, el MAM aparece después de 6 a 24 horas de haber llegado y permanecido en la altura.

Existen síntomas inespecíficos que son propios del MAM, pero son muchos. Por eso, y para no confundirnos, es mejor concentrarse en algunos de ellos. Los que estadísticamente se presentan más a menudo son los que se enumerarán a continuación.


Dolor de cabeza (Cefalea): es el síntoma inicial y que está presente en más del 96% de las series estudiadas.
Por ser un síntoma que puede aparecer aislado, actualmente los especialistas están clasificando a los padecimientos de la altura relacionados al sistema nerviosos en tres: cefalea de elevada altura, MAM (en diversos niveles) y la complicación final, el Edema Agudo Cerebral por Altura (EACA).
La cefalea de elevada altitud puede ser leve y aparecer de modo aislado o bien ser el síntoma más común del mal de altura. En todo caso, parece haber una progresión en la expresión clínica de los síntomas entre la cefalea de altitud, el mal de altura y el edema cerebral de altitud. Vuelvo a decir que, técnicamente hablando, cefalea de elevada altura, MAM y EACA no son 3 enfermedades distintas, sino 3 niveles de gravedad de una misma afección. El tejido afectado es el sistema nervioso.
La cefalea del MAM, se trata de una cefalea difusa pero a predominio frontal, permanente pero con exacerbaciones. Suele aparecer después de detener el esfuerzo.
Si es durante el esfuerzo, es tipo pulsátil, aumenta con llevar la cabeza hacia adelante, con agacharse o con cualquier esfuerzo considerable.
La deshidratación es causa frecuente de cefalea: por ello beber abundante líquido podrá hacernos sentir mejor si la razón de la cefalea es un estado de deshidratación. Si después de beber, desaparece la cefalea y no hay otros síntomas de MAM, probablemente no se trate de MAM. De todas formas muchas veces la deshidratación se presenta con el MAM o es un agravante del MAM, por ello hay que tomar líquido abundantemente.
Es notable ver cuántas personas piensan que es normal tener dolor de cabeza en altura. Negarlo también es común. Que estadísticamente sea común tener mal de altura o cefalea no significa que sea normal. La prevención es la mejor táctica para evitar ya sea la cefalea de elevada altura o el MAM.

Para diagnosticar MAM debemos tener CEFALEA y al menos uno de los siguientes signos o síntomas: falta de apetito, nausea, vómitos, insomnio, mareo (vértigo), fatiga anormal, disnea (dificultad para respirar) al mínimo esfuerzo y orinar menos (oliguria).
Debido a que siguen siendo muchos los síntomas que se pueden presentar, y que cada uno de ellos representa niveles de gravedad distintos, es que los científicos en los consensos internacionales diseñaron varias escalas para interpretar fácilmente los signos y síntomas y actuar en consecuencia. La más famosa es la escala de Lake Luise. Pero los mismos especialistas que crearon esta escala, diseñaron otra, orientada a los trabajadores no médicos de la altitud, como Guías de Montaña o deportistas, llamándola Escala de Hackett.
La escala de Hackett y col es muy útil y sencilla para evaluar correctamente a la persona y tomar decisiones de forma acertada. Agrupa signos y síntomas de un lado (izquierda) y le da a cada uno una puntuación según la gravedad del síntoma (derecha).
Sumando los puntajes de cada uno de los síntomas y signos que constatamos, obtenemos una suma final. Este puntaje se correlaciona con un diagnóstico y con un tratamiento.

 

Síntomas / Signos

Puntaje

Dolor de cabeza (cefalea)

1

Naúseas o falta de apetito

1

Mareo

1

Insomnio

1

Cefalea resistente a analgésicos

2

Vómitos

2

Dificultades para respirar en reposo

3

Fatiga anormal

3

Ataxia (falta de coordinación) o Oliguria (poca orina)

3

 

Puntos

Tipo de MAM

Tratamiento

1 a 3 puntos

Leve

Analgésicos y evaluar continuidad del ascenso

4 a 6 puntos

Moderado

Detener ascenso, reposo, analgésicos y evaluar el ascenso o descenso.

7 o más puntos

Severo

Descender urgentemente. EAPA o EACA.

 

¿Cómo debemos tratar el MAM?

Para el MAM leve, se debe detener la ascensión y evaluar qué hacer, viendo cómo evoluciona la persona afectada. Algunos, además de dar líquidos al afectado, administran un analgésico común.

Si es MAM moderado, estamos obligados a detener el ascenso. Podemos hacer un día de descanso o modificar el plan de ascensión hasta la desaparición de los síntomas. Es necesario evitar el esfuerzo físico importante y evitar el reposo absoluto que no favorece una correcta ventilación. Hidratar al afectado.
Bajar si los síntomas no mejoran o empeoran a las 6-24 horas. Si por alguna razón debemos esperar para evacuar (mal tiempo), considerar descansar en posición semisentado, para que la persona afectada respire mejor.

Si es MAM severo, con certeza estaremos en presencia de alguna de las dos complicaciones del MAM; los tan temidos EACA (edema agudo cerebral por altura) y/o EAPA (edema agudo pulmonar por altitud). Por lo tanto debemos confirmar los síntomas cardinales de estas dos afecciones y descender urgentemente recordando que ambas complicaciones son fatales en solo horas de evolución.

Un descenso rápido de por lo menos 500m de desnivel, produce mejoría. Lo más rápido posible quiere decir que la persona esté en condiciones para poder bajar con seguridad, sino habrá que trasladarla.

Si el afectado puede caminar, no tiene que cargar nada para bajar, ya que la sensación de fatiga y la dificultad para respirar es tan pronunciada que impide caminar correctamente.

Si disponemos de suficiente Oxígeno envasado y sabemos administrarlo (a razón de 2-5 l/min), debemos utilizarlo. Su acción es inmediata y nos da la posibilidad de descender rápidamente.

Como montañistas debemos prever el diseño del itinerario de regreso, sobre todo si después de la bajada hay una nueva subida. ¡La nueva subida puede empeorar los síntomas! Lo mismo ocurre si se nos acaba el oxígeno envasado.

¿Qué prevención podemos poner en práctica?

Una ventaja de los montañistas consumados con respecto a los iniciados, es que los primeros actúan perfectamente en la altitud, evitando todo lo que los haga sentirse mal, incluso con actos inconscientes. Pero para quienes no tienen demasiada experiencia, es sencillo actuar preventivamente si se tienen  en cuenta las circunstancias que favorecen la aparición de MAM y los factores de riesgo.

  • Ascender gradualmente, sobre todo pasando los 3.500m. Y respetar el “subir alto dormir bajo”.
  • Mínima exposición relativa en altas cotas (a más de 5.500m)
  • Estar siempre correctamente hidratado y alimentado.
  • No usar depresores del sistema nervioso central.
  • No seguir subiendo si los síntomas del MAM persisten.
  • Conocer el funcionamiento de nuestro propio cuerpo y respetar los tiempos personales de aclimatación.
  • Ante cualquier duda de síntomas en la altitud, pensar en MAM.
  • Ante cualquier duda de complicaciones EAPA o EACA en la altitud, actuar descendiendo urgentemente a la persona.